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A la hora de hablar del aborto es un tanto confuso el rol del hombre en esta discusión. Pero es cierto que una de las principales explicaciones por las cuales las mujeres jóvenes optan por abortar, es por la falta de acompañamiento del padre a la hora de encarar la responsabilidad paterna que implica un embarazo. Según estudios de UNICEF, cuando se da un embarazo en una pareja de temprana edad, luego de los nueves meses solo la tercera parte de los hombres continúa su relación con la chica. Es una cifra escalofriante, pero incluso otros estudios mostraron porcentajes aún más bajos.
Esta cifra responde a variadas explicaciones, entre ellas la que da Lisandro Rodríguez Cometta, integrante del Colectivo de Varones antipatriarcales: “Desde el momento en el que las relaciones sociales y de trabajo pasan a ser relaciones mercantiles y de que las estructuras laborales pasan a ser masculinas, da lugar a un proceso de invisibilización del trabajo de la mujer y, al mismo tiempo, a hacer una relación natural la de mujer y madre, lo que de alguna manera resta importancia al papel de padre”.
En Argentina y en Latinoamérica el embarazo adolescente no para de crecer. Para graficar la magnitud de esta realidad se debe tener en cuenta que cada día nacen en el país 314 bebés de madres adolescentes, el 15,4% del total de los nacimientos, mientras que en 2003 esta cifra era del 13,6%. Este dato analizado de forma relacionada trae el debate de cómo es afrontado el embarazo en el plano económico. Las cifras hablan por sí solas. El 80% de las madres asumen la responsabilidad por el niño o la niña y sólo el 20% por el padre del bebé.
Otro punto para tener en cuenta es en el que se centró el “informe sobre maltrato, trabajo, educación y salud de las niñas, adolescentes y mujeres de América Latina y el Caribe”, elaborado por la UNICE. Este estudio da cuenta que de los 13 millones de partos registrados anualmente en América latina y el Caribe, 2 millones corresponden a mujeres que tienen entre 15 y 19 años, el 93 por ciento de ellas no termina la educación secundaria. Este dato es, al menos para tener en cuenta y para contextualizar lo que representa la problemática.
Profundizando aún más, el estudio dice que: Un 66% de las chicas embarazadas deja la escuela por decisión propia; un 11% por decisión de los padres; un 15% por indicación médica y un 6% porque la escuela no la acepta. Lo más interesante es que entre aquellas que dejan por decisión propia -señala otro informe del Centro de Estudios de Estado y Sociedad-, "el principal motivo de abandono es la vergüenza de ir a clase embarazada".
Por otro lado, América latina es conocida por ser la región más heterogénea del mundo en el plano cultural, pero esto acarrea también abismos en cuanto a la salud y a la educación por ejemplo. Latinoamérica es una zona donde el 93% de los abortos se dan bajo escasas condiciones de seguridad y salubridad. En Argentina puntualmente, en un estudio retomado por la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se calcula que entre 460 mil y 500 mil mujeres recurren cada año al aborto en el país, siendo una práctica que no está legalizada, por lo que suscita la inevitable cuestión de realizarse en la clandestinidad.
Dentro de este marco general, dependiendo del sector económico al que se pertenezca, las condiciones de la práctica de interrupción voluntaria del embarazo varían. Desde la realización en un consultorio médico clandestino en condiciones de salubridad hasta la práctica con elementos caseros sin ningún tipo de asepsia. Es por esto que el debate para las mujeres de los sectores populares que no cuentan con los medios para costear un aborto clandestino aséptico no es sí obedecer la ley o no”, sino que se traduce en elegir entre continuar el embarazo, aun sin quererlo, o poner en riesgo sus vidas.
El debate en nuestro país se ha potenciado aún más a partir de que el argentino Jorge Bergoglio ha sido designado como Papa, por ende, líder máximo de la Iglesia católica, siendo el primer Papa Argentino y Latinoamericano. Esta institución está metida de lleno en la disputa por el derecho al aborto, haciendo de opositora y llevando el lema de “si a la vida”, condenando al aborto como una práctica que por supuesto debe ser ilegal ya que, al menos, es inmoral. El oficialismo cedió al pedido de la Iglesia y en el proyecto de reforma que se está planteando para el nuevo Código Civil, en el artículo 19 se establece que la vida humana comienza “con la concepción” y no ya “en el seno materno”.
A partir de esta situación, Latinoamérica y, en especial, Argentina se ha transformado en el escenario principal de la discusión en torno, no sólo la despenalización del aborto, sino también en lo que respecta para la legalización del mismo. De esta última forma, el Estado tendría la responsabilidad de poner a disposición el sistema de salud para regularizar esta práctica, lo que implicaría una situación de la que también se tendrían que hacer cargo las obras sociales.
La Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito presentó a través de un representante jurídico un proyecto de ley que se está “discutiendo” en la cámara pertinente. Este proyecto de ley específica en su artículo primero que toda mujer tiene derecho a abortar en las primeras 12 semanas de gestación. Prosiguiendo este artículo se especifica que este derecho debe poder practicarse en todos los servicios del sistema de salud. En la lectura del proyecto también se entiende que superado el plazo que establece el primer artículo, también se tiene derecho a abortar en caso de que el embarazo sea producto de una violación, si corre riesgo la salud de la mujer y si existieran malformaciones fetales graves.
A fin de cuentas, el aborto es una cuestión que llama la atención a la sociedad en general y que recibe comentarios de todos y todas, ya que nadie está exento de la posibilidad de pasar por una situación así en su vida.
Iñaki Agostini Zubillaga, Leandro Kicillof e Ignacio Mazzei
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